El periodista Iker Jimenez rescata del pasado el poema de Eustaquio París
El programa “Milenio live” del popular Iker Jiménez se hace eco de la gran nevada de 1911 en Villarejo de Salvanés y a la que el vecino Eustaquio París Mora dedicó un poema.
El paisano villarejero documentó la gran nevada que cayó en Villarejo el 14 de enero de 1911. Eustaquio narraba en un poema que dejó escrito de su puño y letra lo que aconteció aquellos días junto con las penurias y la forma de vida de hace más de un siglo.
Eustaquio era el padre de Lucía París Domingo y el abuelo de Genara Díaz París. En el año 2000, sus herederos quisieron compartir este recuerdo tan entrañable y sorprendente a través de la revista Encomienda de la localidad. Lo publicamos en el número del mes de enero del año 2000, junto con una foto de Eustaquio, foto que también se incluyó en el libro de Fotos para la Historia.
El periodista Íker Jiménez, junto con Carmen Porter, tras conocer este documento no dudaron un segundo en incluirlo en su programa semanal de Youtube, Milenio Live, dentro del apartado que dedicaron al Cambio Climático y a la nevada catastrófica tras la borrasca Filomena. homenaje que dedican los periodistas a nuestro recordado Eustaquio y su testimonio, se puede ver sobre estas líneas, es el episodio T3x15 de Milenio Live, en el minuto 02:21:05.
LA NEVADA DEFORME DE 1911
Poema de Eustaquio París Mora.
Día 14 de Enero
del mil novecientos once
amaneció una nevada
de esas que llaman deformes.
A las diez de la mañana
salimos por el Terrero
con intención de ir a ver
a mi primo que está enfermo.
Félix hermano del que refiero
el que a mí me acompañaba
para ir a casa de Mayorga
que es el sitio que le llaman.
Tanta nieve es la que había
que caminos no se hallaban
y unas ventiscas de nieve
sin ver por donde se andaba.
Aturdidos que nos vimos
del frío que nos helaba
pensamos volver atrás
desde la Fuente Carrasca.
Por el camino el San Juan
nos volvimos hacia el pueblo
hallamos una urraca
que de frío está muriendo.
Yo me baje de la yegua
creyendo que estaba muerta
la puse la mano encima
la metí en las alforjas.
Tres metros de nieve había
en el arca el Pozo Marcos
atravesando labores
pudimos venir marchando.
Ya llegamos a las zarzas
sin saber por donde echar
nos echamos por las tierras
que llaman el palomar.
A la cuesta la Cordona
pudimos llegar en paz
aquí se cayó la yegua
y mi pierna quedó mal.
Mi primo Félix pregunta
con sentimiento y con pena
¿te has hecho daño alguno?
¡Me se ha quebrado la pierna!.
En brazos él me cogió
y me ha subido en la yegua
caminando hacia mi casa
pasando la pena negra.
Mi pobre madre que anciana
y con algunas dolencias
da gritos de compasión
al ver que en brazos me llevan.
Metiéndome en la cocina
Félix y Gregorio Serna
dejándome en el sofá
tranquilizando mi pena.
La mujer y siete hijos
que a la presencia se hallan
dan gritos de sentimientos
yo a todos los consolaba.
Muchos vecinos del pueblo
que han sabido mi desgracia
acuden a socorrerme
si en algo me hacen falta.
Unos preparan vendajes
otras preparan la cama
otros buscan a los médicos
y Téllez labra las tablas.
Único primo que tengo
por parte del masculino
a por las estopas fue
en casa de Catalino.
Las estopas que Luis trajo
las enrollan en dos sábanas
metidas en cuatro rollos
que para la pierna preparan.
Ya lo tienen preparado
para empezarme a curar
hacerme la cura al cuarto
me llevan en un sofá.
Don Agustín que es el médico
que toca de cabecera
a Don Félix se avisó
para que también viniera.
Don Félix me cogió el pie
y Don Agustín la pierna
y cuando el hueso sonó
Mariano puso las vendas.
Ya que me hicieron la cura
allí en la cama me echan
yo sufriendo mis dolores
me dicen que tenga paciencia.
Me dice el facultativo
me dice que no me mueva
cuando estoy más amarrado
que al que amarran con cadenas.
El que en la cama se encuentra
con una pierna quebrada